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Reunidos bajo las alas de la Madre, el refugio espiritual

  • | Corea
  • 日付 | 2010年.9月.16日
“Me siento tan bien y cómodo en Corea que hasta he olvidado echar de menos mi hogar. Hay una sola razón: la Madre celestial mora aquí. Desde el instante en que estuve en los brazos de la Madre, sentí paz y reposo, como si estuviera en casa. La Madre es verdaderamente mi destino” (Diácono Sam, de la iglesia de Auckland II, Nueva Zelanda).

Según la profecía, los hijos de Dios volaron a Corea de todas las naciones. El 46.º Grupo de Visita de Extranjero estuvo formado por más de 200 miembros de 39 iglesias de 11 países: Japón, Singapur, Filipinas, India, Pakistán, Malasia, Tailandia, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Zimbabue.

ⓒ 2010 WATV
El 6 de septiembre, el 46.º Grupo de Visita del Extranjero dio sus primeros pasos en Corea. Aunque estaban algo nerviosos, no podían esconder su emoción en el camino para ver a la Madre. Al ver a la Madre esperándolos para dar la bienvenida a sus hijos, que hicieron un largo camino desde el extranjero, con sus brazos ampliamente abiertos, sus ojos pronto se llenaron de lágrimas. El hermano James (Ciudad de El Cabo, Sudáfrica) expresó sus sentimientos emotivos, diciendo: “Pocas semanas antes de venir a Corea, sentía que me había convertido en un personaje de la Biblia. En cuanto escuché la voz de la Madre diciendo: ‘¡Te he extrañado!’ sentí que mi alma se despertaba de un profundo sueño de seis mil años”.

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Cuando la larga temporada de lluvias llegaba a su fin y la sofocante luz del sol del verano también se escondía en las nubes, el viaje de ensueño de los miembros del extranjero empezaba bajo las alas de la Madre, el refugio cálido y acogedor.

El programa de educación se centró en la enseñanza de la verdad, que se realizó en el Instituto de Formación Elohim y en la Gran Asamblea WMC. Este programa de educación consistió en predicar la Biblia y ver vídeos, lo cual proporcionó a los miembros del extranjero la oportunidad de sentir el amor de Dios contenido en cada una de las palabras de Dios, y de fomentar el espíritu de un profeta, en lugar de acumular conocimientos de la Biblia.

La Madre animó a sus hijos a tener confianza y escuchó su presentación bíblica. Animados por los elogios y cálidas bendiciones de la Madre, los miembros del extranjero cultivaron la habilidad de testificar la palabra de Dios y estimularon su fe con una actitud más positiva y progresiva.

Lo que más los conmovió fue un sermón proyectado en un vídeo que contenía la voz del Padre celestial. El hermano Vishal, que ha estado llevando la vida de la fe desde la escuela, expresó su anhelo por el Padre, diciendo: “Siempre quise ver y sentir al Padre, y hoy escuché su voz. El Padre nos enseñó el comportamiento, la actitud y el carácter que debemos tener. Lo que aprendí a través del sermón del Padre fue más profundo que la palabra que había aprendido a través de la Biblia. Puedo sentir el misericordioso amor del Padre que nos quiere preparar tanto en cuerpo como en espíritu, a fin de tener la fe perfecta”.

Los miembros del extranjero también visitaron el Instituto de Formación Go&Come de Okcheon, que tiene el significado profético “Vayan” al mundo y “Vengan” al Espíritu y la Esposa. Ellos observaron la exhibición de fotos, a través de lo cual pudieron ver el estado actual de la obra del evangelio en Corea y en el extranjero, y sintieron vívidamente la pasión por la evangelización mundial. Luego visitaron el lugar de nacimiento de la última ex primera dama Young Soo Yuk; ellos vieron la casa tradicional coreana y experimentaron la cultura de Corea.

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También tuvieron la oportunidad de visitar el Museo de Historia de la Iglesia de Dios y la Torre de Seúl N. Al ver el Museo de Historia que contiene numerosos recuerdos de los seis mil años de historia del evangelio, empezando en el cielo y terminando otra vez en el cielo por medio de las épocas del Antiguo y el Nuevo Testamentos y esta época presente, los miembros del extranjero comprendieron la administración de la redención de Dios, y vieron, sintieron y comprendieron indirectamente los pasos de sacrificio de Dios Elohim, que habían comprendido vagamente. Cuando visitaron la Torre de Seúl N, volvieron a caminar los pasos de sacrificio de la Madre dando una cuidadosa mirada al área de Seúl donde la Madre personalmente recuperó el evangelio.

La Madre cuidó mucho de sus hijos, preocupándose de su seguridad, desde muy temprano hasta muy tarde. El diácono Loy, de Singapur (esta fue su tercera visita a Corea), dijo: “La Madre siempre nos preguntaba a sus hijos de todos los países, si había algo que nos incomodara, si estábamos enfermos, o si nos gustaba la comida. Y ella siempre decía: ‘Los amo mucho, los he extrañado’. Estaba tan emocionado hasta las lágrimas que no podía controlar mis emociones. Cada vez que visito Corea, obtengo un entendimiento diferente. Esta vez, el gran amor de la Madre contenido en cada una de sus palabras está impreso más profundamente en mi corazón”.

En el amor y la protección de la Madre, los miembros del extranjero se regocijaron y se sintieron felices como pequeños niños, olvidando sus preocupaciones y dificultades. Aunque cada uno de ellos tenía una nacionalidad e idioma diferente, todos estaban unidos y llenos de sonrisas; cada vez que comían, cantaban juntos un Cántico Nuevo, y esto dibujaba una sonrisa en el rostro de la Madre.

En los días de culto, visitaron la iglesia de Seo-gu, Daejon, el Templo de la Nueva Jerusalén, la iglesia de Nakseom, Incheon, la iglesia de Gwanak, Seúl, y la iglesia de Bojeong, Yongin, donde compartieron el amor de la familia celestial con los miembros coreanos. La hermana Zhangtantan (Nagoya, Japón) dijo con los ojos llenos de lágrimas: “En el momento en que entramos en el santuario, todos los miembros se pusieron de pie y nos dieron la bienvenida con aplausos. Me sentí cómoda y feliz como si estuviera de regreso en casa. Ellos son verdaderamente mi familia”.

Cuando el grupo de visita tuvo su último culto en Corea, la Madre predicó un sermón titulado: “Deben nacer de nuevo para entrar en el reino de los cielos”. En su sermón, la Madre instruyó: “A fin de entrar en el glorioso reino de los cielos, tienen que renacer como hermosos hijos celestiales, siguiendo los ejemplos de Dios de sacrificio, humildad, servicio a los demás, etc.” Ansiosa por todos los desastres que están ocurriendo en todo el mundo, la Madre también pidió repetidamente a los miembros del 46.º Grupo de Visita del Extranjero que lleguen a ser grandes obreros del evangelio que prediquen las buenas nuevas de salvación en sus países y también en los países vecinos. La hermana Aom (Tailandia) reafirmó su determinación, diciendo: “Oraba para que mi alma se arrepintiera y cambiara, y mi oración ha sido respondida. Tendré en cuenta lo que la Madre nos ha dicho que hagamos y lo pondré en práctica”.

Aunque fue un viaje corto de diez días, los miembros del extranjero recibieron abundantes regalos del Espíritu Santo de la lluvia tardía. Todos ellos pidieron a la Madre la misma bendición: el cumplimiento de la Misión de los Diez Talentos y el establecimiento de Sion. Cuando regresen a sus países para cumplir estas metas, se animarán unos a otros gritando fuerte: “We love you!”

“¡Las personas de todo el mundo están corriendo a Sion, a los brazos de la Madre! Todos ellos fueron llevados por el amor de la Madre, la calidez de su amor. Llevaré a mi país todo lo que sentí de la Madre en Corea. Y gritaré a los miembros de Sion y a todos a quienes les predique: ‘¡Vengan a la Madre! ¡La Madre los está esperando!’” (Hermana Wong Yih Jing, de Johor Baharu, Malasia).

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- Entrevista al 46.º Grupo de Visita del Extranjero
El clima era realmente fantástico. A donde iba el grupo de visita del extranjero, la lluvia cesaba y había una brisa refrescante bajo la sombra de las nubes, en lugar del sol abrasador. Ciertamente fue un regalo del amor de Dios. En el amor de Dios, los miembros del 46.º Grupo de Visita del Extranjero llenaban de emoción su corazón y crecían rápidamente en la fe día tras día. Aunque tenían diferentes apariencias y nacionalidades, todos tenían algo en común: el anhelo por la Madre y la voluntad del evangelio.

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La primera vez que visité Corea hace unos años, era la única persona que venía de Palestina, y no había muchos miembros. Pero esta vez hay más de 200 personas, por eso estoy muy emocionado y gozoso. Todos los días siento un nuevo gozo que brota, y siento que estoy en el cielo porque la Madre celestial está aquí con nosotros y hablamos a la Madre y escuchamos su voz todos los días. Esto nos da la satisfacción y el gozo más grandioso.
Así como Jerusalén en Israel fue la tierra más bendecida hace dos mil años, de igual manera Corea, adonde han venido el Padre y la Madre celestiales, es hoy la tierra más bendecida. Es muy importante que estemos ahora aquí en la tierra santa donde moran el Padre y la Madre celestiales. Muchos envidian a los que estuvieron con Jesús, pero nosotros ahora vemos a nuestra Madre celestial, por eso somos los más benditos.
Hace dos años, salí de Lahore y vine a Multan, mi tierra natal. Multan está situada en las tierras altas y es una región muy calurosa donde raramente llueve. Hace poco hubo mucha lluvia, y estuvimos muy alegres. Pero la lluvia no se detenía, lo cual causó inundaciones y cobró la vida de muchas personas.
Nuestra Sion estaba segura, pero nos sentíamos mal porque fuimos muy ociosos para predicar la salvación a las almas de Pakistán. Esta vez, cuando me encontré con la Madre, le anuncié las noticias de Pakistán. La Madre dijo que aún había muchas almas afuera para ser salvadas. Ahora tengo que predicar rápidamente. Aunque el Islamismo es próspero en Pakistán y hay muchos conflictos, me esforzaré por predicarles las buenas nuevas de salvación, a fin de salvarlos de los desastres descontrolados.
Shehzad Waseem, desde Multan, Pakistán

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Un día, cuando estaba en casa durante mis vacaciones de verano, algunos extranjeros me visitaron. Ellos eran coreanos que no eran buenos hablando japonés. Me hablaron acerca de la Biblia. Me preguntaba si podrían enseñarme la Biblia, porque no podían hablar japonés. No obstante, ya que me gustaba la Biblia desde niña, decidí escucharlos primero. Aunque no podía comprender fácilmente lo que decían, tenía curiosidad por algunas palabras como el día de reposo, la pascua y la Madre celestial. Sin saber les hice una pregunta que había tenido hasta ese momento. Aunque estaban empapados de sudor en el clima caluroso, estaban muy ansiosos de responder mi pregunta.
Desde hacía mucho tiempo, pensaba que “ya que llamamos ‘Padre’ a Dios, también debe de haber una ‘Madre’”. Sorprendentemente, la Madre realmente existe. ¡Lo más sorprendente es que ella está en la misma forma que nosotros y vive en Corea! Quería encontrarla en persona y experimentar directamente la emoción desbordante.
Llegamos al Instituto de Formación Elohim en la oscuridad de la noche. Al subir las escaleras, vimos a la Madre brillando radiantemente.
“¡Realmente estamos encontrándonos con Dios! ¡Como está profetizado, podemos verla con nuestros propios ojos!”
Sentí que ella es verdaderamente mi Madre y que yo realmente soy su hija. Hubo algo más que comprendí. En realidad, estando en Osaka, no comprendía por qué los miembros me amaban tanto. Toda mi curiosidad fue respondida solo después de encontrarme con la Madre. Ahora comprendo que la fuente del amor es la Madre. En realidad, nunca he estado alejada de la Madre.
La Madre cuida de nosotros, ella nunca deja de trabajar. Yo también quiero hacer algo por ella: la predicación del evangelio. Vi los árboles llenos de enormes frutos en el Instituto de Formación Elohim. Me gustaría llevar muchos buenos frutos. No quisiera irme de Corea, pero por otra parte quiero volver rápido a Osaka, pues tengo que transmitir el amor que he recibido de la Madre.
Iida Michi, desde Osaka, Japón

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Cuando era estudiante universitario en Sudáfrica, recibí la verdad y visité Corea. Luego me llené del ferviente deseo de predicar. Después de terminar mis estudios, regresé a mi país, Zimbabue, donde podía predicar la verdad a las personas con más facilidad porque hablaba el mismo idioma y tenía la misma cultura que ellos. Así comprendí que este era el llamado de la Madre para enviarme a Zimbabue.
Vine a Corea nuevamente para recibir el agua de la vida de la Madre para el evangelio en Zimbabue. Hay tres deseos que pedí a la Madre que me concediera: primero, quiero llevar mucho fruto recibiendo sabiduría necesaria para la predicación. Segundo, deseo que se establezca una Sion grande en Harare. Tercero, quiero que todos los miembros de Harare cumplamos la Misión de los Diez Talentos llevando al menos diez frutos.
La Misión de los Diez Talentos es una oportunidad que la Madre nos ha dado para permitirnos llevar mucho fruto y salvar almas en Zimbabue. Todos los miembros de Harare quieren cumplir esta misión. Incluso los nuevos miembros que ya han recibido la verdad tienen la gran pasión de cumplir la Misión de los Diez Talentos. Sin embargo, es imposible sin la ayuda de Dios. Esa es la razón por la que estoy aquí. Deseo recibir abundante Espíritu Santo de la Madre.
En realidad, la primera vez que vine aquí, estaba lleno de un deseo ardiente de predicar; no sabía por qué la Madre nos daba tanto amor. Ahora comprendo la razón. La Madre quiere que regresemos con este profundo amor en nuestro corazón y lo entreguemos a nuestros hermanos y hermanas. Entregaré el mismo amor que he recibido de la Madre a mis hermanos y hermanas.
Kufakunesu Mutazu, desde Harare, Zimbabue

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Tenía curiosidad por saber qué es el amor, y me preguntaba si realmente existían el amor perfecto y la verdad. Como estaba sedienta de amor desde mis días de infancia, lloraba todas las noches y me quedaba dormida imaginándome en los brazos de Dios.
Ya que no sabía qué era el amor, mi vida estaba llena de oscuridad. Si alguien me hería, yo lo hería más de lo que me había herido y lo odiaba. A fin de no ser herida, trataba de ser más fuerte. No anhelaba el amor, tampoco quería conocerlo.
No obstante, mientras más trataba de hacer esto, más angustiada me sentía. Quería salir de este sufrimiento, por eso oraba a Dios todos los días. Entonces Dios me respondió. Las buenas noticias acerca de la Madre celestial eran lo que yo había estado buscando fervientemente. ¡Cuánto extrañaba mi alma a la Madre celestial desde que fui arrojada a esta tierra, habiendo dejado a la Madre!
Después de llegar a Corea, mi corazón estaba siempre rebosando del santo amor de la Madre. Fue una gran e inexpresable bendición poder ver a la Madre cara a cara, conversar con ella y escuchar su voz. Le dije a la Madre el deseo que yo había pedido ansiosamente. Deseaba cambiar hermosamente, comprendiendo el amor de la Madre. Creo verdaderamente que el amor de la Madre puede cambiarlo todo.
Ya no sigo buscando amor. En cambio, he aprendido a “dar amor”. La Madre me abrazó a mí, una pecadora, tomó mi mano y me sonrió. Estoy muy feliz. Lo que más necesita el mundo ahora es el amor de la Madre celestial. Cuando regrese a mi país, llegaré a ser una guerrera de la verdad y guiaré a muchos de mis hermanos y hermanas a los brazos de la Madre.
Kristina Gabrielli Q. Cortero, desde Quezón City, Filipinas

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Mientras más me acercaba a la Madre, más nervioso me ponía y empezaba a temblar. Cuando estuve delante de la Madre, no pude decir nada. Al ser abrazado por la Madre, solo empecé a orar en mi corazón para que la Madre me diera sabiduría y conocimiento; recordé la historia de la mujer que sufría de flujo de sangre y fue curada al tocar el manto de Jesús, por eso pensaba que si abrazaba a la Madre anhelando algo con fe, se haría realidad. Mi esperanza realmente se hizo realidad.
Aunque estuve en la Sion de Christchurch y estudié la palabra de Dios durante un año, no pude recibir tanto entendimiento como aquí. Ya que la Madre siempre estaba con nosotros y nos cuidaba, pude aprender mucho; no tenía nada de qué preocuparme. También tenía la confianza de llevar mucho fruto porque la Madre me bendijo diciendo: “Lleve mucho fruto”. Este es verdaderamente el poder de la Madre. Cuando regrese, definitivamente podré predicar a la Madre con más valor y confianza.
Oh, permítanme contarle las noticias de Christchurch. Eran las 4:30 a.m. del 4 de septiembre, antes de venir a Corea. Estaba trabajando cuando el edificio empezó a temblar violentamente y se apagaron las luces; todo colapsó. Era un terremoto. Corrí y fui a Sion, el lugar más seguro donde Dios nos mantiene a salvo.
La mañana siguiente vi que se habían destruido cinco iglesias de Babilonia, que tenían solo diez años de edificadas, pero nada le ocurrió al edificio de nuestra Sion que tenía 100 años de antigüedad. Todos estaban seguros en ella. Realmente fue un milagro. Aunque Sion no era un edificio firmemente construido, el Padre y la Madre nos protegieron. El día de reposo en el que ocurrió el terremoto, muchas almas recibieron la promesa de la salvación.
Cuando llegué a Corea y llamé a mi esposa en Christchurch, me dijo que en el culto del tercer día Sion estaba llena, con casi ningún asiento vacío. Las personas están escuchando más la pascua; sus ojos y oídos espirituales están ampliamente abiertos al poder de la pascua y a la promesa de Dios. Ellos pensaban que Christchurch era un lugar seguro, pero ocurrió el terremoto. Por eso sintieron la realidad de los desastres y ya no tienen excusa.
Con lo que sucedió en Christchurch, siento más urgencia de predicar. Antes, solo predicaba cuando me convenía. Esto me hacía sentir culpable y responsable por la vida de las personas. Cuando regrese, duplicaré mis esfuerzos para predicar el evangelio.
Brooks Harrell, desde Christchurch, Nueva Zelanda