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El 13 de agosto, toda la prensa de Corea empezó a reportar la desgracia de la inundación: el sur del país fue devastado por la inundación. Para ayudar a las víctimas de la inundación, la Gran Asamblea de la Iglesia de Dios envió un documento oficial a todas sus iglesias:
“Todas las naciones sufren de lluvias torrenciales repentinas. Como verdaderos cristianos tenemos que compartir el sufrimiento y el dolor de nuestro prójimo. Preparen todos los equipos y gastos para no ser una carga para las víctimas de la inundación, y practiquen el amor en esos lugares considerando sus corazones sumidos en la más profunda desesperación. Y si existe una iglesia que tenga dificultad para preparar los gastos, la Gran Asamblea la apoyará.”
Siguiendo la voluntad de la Gran Asamblea, cada iglesia preparó comida, vehículos, uniformes y toda clase de equipos, y 3.000 miembros se ofrecieron voluntariamente en la obras de restauración en 7 zonas inundadas como Busán, Gimhae y Masan. El Departamento de Relaciones Públicas de la Gran Asamblea los preparó para que prestaran servicios apropiados en las zonas.